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Directores

«De Venecia a Hollywood: El Festival que Podría Definir el Oscar para Pedro Almodovar como Mejor Director»

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El telón ha caído sobre la 81ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, dejando tras de sí una estela de emociones, triunfos inesperados y actuaciones que prometen resonar hasta la temporada de premios. Este año, el Lido no solo ha sido escenario de glamour y cine de autor, sino que también se ha perfilado como un posible preludio de lo que veremos en los Oscars del próximo año.

El León de Oro, máximo galardón del festival, ha rugido esta vez para «The Room Next Door», la primera incursión en el cine en inglés del aclamado director español Pedro Almodóvar. Esta película, protagonizada por las icónicas Tilda Swinton y Julianne Moore, aborda temas tan complejos como la eutanasia y la amistad en tiempos de crisis. Almodóvar, conocido por su habilidad para crear personajes femeninos poderosos, ha demostrado que su visión trasciende las barreras del idioma. Sin embargo, la transición al inglés no ha estado exenta de desafíos, como señala el crítico Scott Roxborough: «pierde un poco en la traducción». A pesar de esto, el triunfo de Almodóvar en Venecia podría ser el impulso que necesita para finalmente conquistar la estatuilla dorada que se le ha resistido durante tanto tiempo.

Mientras tanto, el premio a la Mejor Actriz fue para Nicole Kidman por su papel en «Baby Girl», un thriller erótico que promete sacudir los cimientos de Hollywood. Kidman, ausente en la ceremonia debido al fallecimiento de su madre, demuestra una vez más su versatilidad al adentrarse en un género que recuerda a los thrillers eróticos de los 90, pero con un giro feminista contemporáneo. Esta actuación podría marcar un renacimiento en la carrera de Kidman y posicionarla como una fuerte contendiente para los Oscars.

Pero si hay un nombre que resuena con fuerza tras el festival, ese es Adrien Brody. Su interpretación en «The Brutalist», dirigida por Brady Corbett (ganador del León de Plata al Mejor Director), está generando un zumbido que podría convertirse en un rugido cuando llegue la temporada de premios. Brody, que ya tiene un Oscar en su haber por «El Pianista», encarna a un arquitecto judío que sobrevive al Holocausto y busca reconstruir su vida en Estados Unidos. Roxborough no escatima elogios: «Si yo tuviera un voto, él ganaría su segundo Oscar por esta película». La épica escala de «The Brutalist», comparada con las obras de Orson Welles, y el hecho de que esté filmada en celuloide, le otorgan un aire de clasicismo que podría cautivar a los miembros de la Academia.

El Festival de Venecia de este año ha demostrado ser un crisol de talento internacional, donde directores consagrados como Almodóvar se codean con nuevas voces y actores que buscan reinventarse. La diversidad de temas abordados, desde la eutanasia hasta la inmigración y los peligros del poder corporativo, refleja un cine comprometido con los desafíos de nuestro tiempo.

Mientras el mundo del cine dirige ahora su mirada hacia Toronto y luego a los festivales de otoño, las semillas plantadas en Venecia comenzarán a germinar. ¿Veremos a Almodóvar finalmente alzar un Oscar? ¿Logrará Nicole Kidman añadir otra estatuilla a su colección? ¿Será este el año en que Adrien Brody vuelva a subir al escenario del Dolby Theatre?

Lo que está claro es que el Festival de Venecia ha cumplido una vez más su papel como barómetro del cine mundial y como plataforma de lanzamiento para las carreras hacia los Oscars. En un mundo cinematográfico cada vez más globalizado, donde las barreras del idioma se desvanecen y los temas universales toman el centro del escenario, Venecia se reafirma como un faro que guía el rumbo de la industria.

Mientras esperamos con anticipación la temporada de premios, una cosa es segura: el cine sigue siendo una fuerza poderosa para contar historias que nos conmueven, nos desafían y nos conectan como seres humanos. Y eso, más allá de cualquier estatuilla, es el verdadero triunfo del séptimo arte.

Actores

«Reescribiendo el Oeste: La visión de Kevin Costner sobre la representación en el cine»

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El género western ha sido durante mucho tiempo un pilar del cine estadounidense, pero ¿cuán precisa ha sido su representación de la historia y sus protagonistas? Kevin Costner, reconocido actor y director, ofrece una perspectiva fresca y necesaria sobre cómo podemos reimaginar este género icónico para reflejar una imagen más auténtica y diversa del Viejo Oeste.

En una reciente entrevista, Costner abordó un tema crucial: la representación de las mujeres y los nativos americanos en las películas del Oeste. Tradicionalmente, estos grupos han sido relegados a papeles secundarios o estereotipados, una práctica que Costner considera no solo inexacta, sino también perjudicial para la riqueza narrativa del género.

«Las mujeres generalmente no son retratadas en los westerns, y cuando lo son, a veces se reducen a roles muy pequeños que son muy similares», señala Costner. Esta observación pone de manifiesto una problemática arraigada en Hollywood: la tendencia a simplificar o ignorar las experiencias femeninas en contextos históricos.

Costner propone un enfoque revolucionario: colocar a las mujeres en el centro de las narrativas del Oeste. «Todas mis líneas argumentales pasan por el medio de las mujeres, las mujeres van con nosotros», afirma. Este cambio de perspectiva no solo enriquece las historias, sino que también ofrece una visión más precisa de la realidad histórica. Las mujeres del Viejo Oeste eran mucho más que simples acompañantes; eran pioneras, luchadoras y pilares de sus comunidades.

El actor también aborda la representación de los nativos americanos, un tema delicado pero crucial. «Los exterminamos en América. Fue un genocidio lo que sucedió», dice Costner con franqueza. Esta declaración audaz subraya la necesidad de contar historias que reconozcan las injusticias históricas y ofrezcan una representación más matizada y respetuosa de los pueblos indígenas.

La clave, según Costner, está en la autenticidad emocional. «Sus emociones no deberían estar demasiado alejadas de cómo tú y yo nos sentimos», explica. Este enfoque humaniza a los personajes, permitiendo que el público se conecte con ellos más allá de las barreras del tiempo y la cultura.

¿Cómo podemos aplicar esta visión en la práctica? Algunos ejemplos concretos podrían incluir:

  1. Desarrollar películas centradas en mujeres pioneras reales, como Calamity Jane o Annie Oakley, mostrando sus luchas y triunfos.
  2. Crear series que exploren la vida cotidiana en las comunidades nativas americanas durante la expansión hacia el oeste, desde su propia perspectiva.
  3. Producir documentales que combinen la narración histórica con recreaciones dramáticas, ofreciendo una visión más completa y precisa de la época.
  4. Fomentar la colaboración con guionistas y directores nativos americanos y mujeres para asegurar la autenticidad de las historias contadas.
  5. Reimaginar clásicos del western desde nuevas perspectivas, centrándose en personajes que tradicionalmente han sido marginados.

El llamado de Costner a una representación más auténtica y diversa en el cine del Oeste no es solo una cuestión de corrección política; es una oportunidad para revitalizar un género amado y hacerlo relevante para las audiencias modernas. Al dar voz a las experiencias de las mujeres y los nativos americanos, podemos crear narrativas más ricas, complejas y emocionalmente resonantes.

En última instancia, el desafío que plantea Costner es tanto para los cineastas como para el público: exigir y crear historias que reflejen la verdadera diversidad y complejidad del Viejo Oeste. Solo así podremos honrar el legado de este período histórico y seguir cautivando a las audiencias con historias que son a la vez entretenidas y profundamente humanas.

El western está lejos de ser un género agotado. Con visiones como la de Costner, tiene el potencial de reinventarse y ofrecer nuevas perspectivas sobre nuestra historia compartida. Es hora de que Hollywood tome las riendas y lidere este emocionante viaje hacia un Oeste más inclusivo y auténtico en la gran pantalla.

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Directores

Clint Eastwood, el gran cronista de Norteamérica

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Clint Eastwood (Clinton Eastwood Jr) nació el 31 de Mayo de 1930 en San Francisco, California. Eastwood sin duda es una de las figuras cumbres del cine estadounidense. El reúne las condiciones adecuadas para representar un icono cultural de nuestro tiempo. Tuvo, incluso, una fugaz carrera política, al alcanzar la alcaldía de la localidad californiana de Carmel con más del 70% de los votos.

Creador con más de seis décadas de trayectoria (delante y detrás de cámaras). Su carrera comenzó, como no podía ser de otra manera, en el Wéstern, género literario, radial, televisivo y cinematográfico estadounidense por antonomasia. 

Luego de una fulgurante consolidación en la televisión, encarnando al rudo vaquero Rowdy Yates en Cuero Crudo (Rawhide, CBS ), la carrera de Eastwood toma un camino sinuoso hasta que acepta encarnar al Hombre Sin Nombre en la “Trilogía del Dólar” de Sergio Leone: Por un puñado de dólares (1964); La muerte tenía un precio (1965) y la portentosa El bueno, el malo y el feo (1966), todas ellas rodadas en España y auténticos fenómenos revolucionarios en la historia del cine. El estreno de estos films implicaría, a la postre, la instalación de un estilo y el nacimiento de una industria que extendió sus tentáculos hasta bien entrada la década del 70. 

Clint Eastwood como Joe en «Por un puñado de dólares» 1964

Clint regresa a Hollywood y no tarda en recibir buenas ofertas interpretativas. Su olfato le determina a aceptar un papel rechazado por Paul Newman y Frank Sinatra, el personaje de Harry Callahan, en  Harry el sucio un policía temible y poco ortodoxo que en 1972 lo sitúa en el primer lugar del ‘box office’ desbancando al mismísimo John Wayne como el actor más taquillero del cine norteamericano. 

Clint Eastwood como Harry en «Harry el sucio» 1971

Su manera de entender el cine se hizo patente ante el gran público en 1992 con el estreno de “Sin perdón”.  Un western crepuscular maravilloso y el epílogo definitivo para un género que se lo había dado todo. Eastwood consigue un film monumental, heredero de los clásicos que lo eleva a los altares de la cinematografía. 

Clint Eastwood como Bill Munny en «Sin perdón» 1992

El western seguiría siendo su terreno predilecto, pero se deja seducir por diferentes géneros. De película en película, con determinación y mucha tenacidad, ha ido demostrando que lo suyo era el cine. Hoy en día es uno de los cineastas más valorados, al que algunos han definido como «el último gran director clásico vivo» acostumbra a rodar rápido, con pocas tomas, poco tiempo y muy justificados movimientos de cámara.  Sus historias tienen un aire narrativo que buscan su propio ritmo a través de la profundidad,  la versatilidad y la sobriedad.

Clint Eastwood dirigiendo una toma en «Million Dollar Baby» 2004

Admirado por su labor artística y cuestionado por algunos sectores en función de su pensamiento conservador –que suele colarse en los filmes que escribe y dirige-, goza de una indulgencia, aun en sectores opuestos a sus posturas, que es fruto de un innegable carisma y de la importancia de su obra, en varias ocasiones premiada con el Oscar. 

Clint Eastwood con sus dos Oscares ganados por «Sin Perdón» (Mejor Director y Mejor Película) en la entrega de los premios en 1993

La particularidad de la obra del realizador californiano no reside, sin embargo, en su aspecto ideológico o -al menos- no exclusivamente. Eastwood toma posición en cada uno de sus filmes, desde la música que elige hasta los escenarios que recrea. Su cine es, más que un mensaje político e ideológico es un discurso cultural y espiritual. 

Actor, productor, director e incluso compositor musical  que lo ha llevado a componer, algunas de las bandas sonoras de sus películas: Los Puentes de Madison, Rio Místico, Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres, El intercambio, Más allá de la vida y J. Edgar. 

Meryl Streep como Francesca Johnson y Clint Eastwood como Robert Kincaid en «Los puentes de Madison» 1995

Cineasta versátil ha realizado cine durante cinco décadas con la independencia creativa que le confiere tener su propio estudio (Malpaso) y un importante acuerdo de distribución con Warner Bros que le ha proporcionado los beneficios suficientes para acometer proyectos más personales.

De sus últimos nueve largometrajes, ocho están basados en hechos reales. están ‘Invictus‘, sobre Nelson Mandela y la final de la copa mundial de rugby en Sudáfrica; ‘J. Edgard’, que relata la vida del creador del FBI; ‘Jersey Boys’ hace lo propio con el grupo musical Frankie Walli and the Four Seasons; ‘El francotirador’ gira en torno al soldado norteamericano que causó más bajas en la guerra de Irak; ‘Sully’ explica la historia del piloto aéreo Chesley Sullenberger, quien logró aterrizar su avión averiado en el neoyorquino río Hudson; ‘Mula’ la historia de Earl Stone, un veterano de la guerra de Corea que decide aceptar una oferta para transportar droga a las órdenes de un cartel mexicano; ’15:17 Tren a París’, reconstruye el enfrentamiento entre tres jóvenes estadounidenses y un terrorista islámico en un tren, con la particularidad de que los tres protagonistas reales se interpretan a sí mismos; Richard Jewell un guardia de seguridad que se convierte en un héroe cuando salva cientos de vidas durante las olimpiadas de 1996 en Atlanta, al evitar la explosión de un artefacto explosivo.

Clint Eastwood como Earl Stone en «Mula» 2018

De sus 92 años, Clint Eastwood ha dedicado 67 de ellos al mundo del cine. Don’t Let the Old Man In (No dejes entrar al viejo) parece ser su secreto para una vida tan activa y longeva.

Desde FTVbox lo saludamos por su cumpleaños y le agradecemos por su prolífica carrera cinematográfica que nos ha marcado y hemos disfrutado mucho.


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Directores

Quentin Tarantino y su amor incondicional al cine

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Todo lo que rodea a Quentin Tarantino tiene algo de extravagante, algo singular y chocante que no oculta ni mucho menos su enorme genialidad. Adentrarse en su mundo es una experiencia de la que es difícil salir indiferente.

El director estadounidense nacido el 27 de marzo de 1963 es una de las anomalías más seductoras de la industria de Hollywood. No fue a la universidad, no asistió a célebres escuelas de cine, atendió durante años una videotienda donde afianzó su amor por el séptimo arte y como él mismo lo ha citado fue su fuente de inspiración para rodar. Es un eterno enamorado del cine norteamericano, así como del cine de género italiano, las artes marciales chinas y, en resumen, el cine en todas sus formas. 

Tarantino ha utilizado activamente su amor obsesivo por el cine para edificarse como el prototipo de autor posmoderno que se construye a partir de múltiples referencias que, luego de ser asimiladas mediante una dialéctica pop, cobran mayor fuerza gracias a la construcción de un universo propio. A lo largo de su carrera, Tarantino ha creado su propia mitología. La idea de inventar los cigarrillos Red Apple, la Big Kahuna Burger, el Jack Rabbit Slim o la compañía de taxis Big Jerry Cab Co. no es sólo un truco inteligente para evitar la inserción de marcas existentes -ese grotesco product placement-, sino también es un mecanismo útil para sugerir al espectador que los ladrones pueden, antes del atraco, discutir sobre alguno de los iconos de la cultura pop. Quentin llevó el lenguaje cotidiano al cine desde su primera película. Los diálogos de sus guiones son tan reales que consiguen que su ficción resulte creíble. El director nacido en Knoxville consiguió un estilo propio a partir de las influencias más dispares; remezcló géneros olvidados y recuperó para la opinión pública películas mal clasificadas como Serie B. 

De niño, Tarantino creció bajo el influjo de los nuevos antihéroes que protagonizaban las películas de los años ’70 y el estilo narrativo de las pulp magazines, una literatura ágil de ritmo rápido, enfocada en la acción y que tenía el entretenimiento como único objetivo. Su homenaje más claro a esta literatura es la segunda película de su filmografía, la magistral Pulp Fiction.

Litros de sangre, diálogos icónicos y personajes exuberantes caracterizan su peculiar filmografía. Ver una cinta de Tarantino resulta un auténtico ejercicio de intertextualidad. Sus películas poseen argumento e identidad propios, pero se encuentran plagadas de alusiones y referencias que se caracterizan por formular múltiples juegos de reciclaje, de homenaje y de parodia hacia otras fórmulas del pasado. Esta idea lo ha convertido, para algunos críticos, en un paradigma de cineasta posmoderno que solo concibe la realidad a partir de la amalgama de las imágenes que la componen. 

En su filmografía rescata aquello anacrónico para resucitarlo. La obra de Tarantino es como un gran depósito de imágenes diversas que conviven entre ellas, estableciendo nuevas formas de diálogo que tienen por objetivo la recuperación de una cierta dimensión ética en los gestos de los personajes. Su mente es brillante tiene siempre claro lo que quiere grabar y transmitir, no busca en ningún momento agradar a todo el mundo con sus películas, el que disfruta con ellas siempre es él. No hay nadie que entienda el cine como él ni nadie que pueda entender cómo funciona su cabeza a la hora de realizar películas diferentes unas de otras pero siempre manteniendo su esencia consolidando un lenguaje común con una estética única.

No es posible entender el cine de Tarantino sin una música detrás que nos introduzca en la historia y nos lleve al lugar exacto al que él pretende llevarnos, creando ambientes perfectos. Es muy cuidadoso escogiendo la banda sonora de sus películas y su acierto a la hora de usarla es una de sus múltiples virtudes como director. No solo porque le sirve para crear el tono, la atmósfera y la emoción de las escenas, sino porque muchas veces es su vehículo narrativo. Las canciones adquieren un peso más allá del simple acompañamiento para terminar teniendo un significado propio. Hasta tal punto llega la importancia del elemento musical en su obra que ha llegado a declarar en algunas ocasiones que incluso ha escogido las canciones antes de escribir el guion.

Es sin lugar a dudas, uno de los directores más célebres de nuestro tiempo, su filmografía (9 películas) ha tenido un profundo impacto en la historia del cine y ha inspirado a generaciones de cineastas con un estilo y un enfoque de la cinematografía muy particulares que solo puede ser descrito como Tarantinesco.

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EMAO (Escuela de Medios Audiovisuales Online)

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